La narrativa criolla señala que el ave antes de serlo era un hombre rico y muy elegante, un comerciante que vendía sus telas a la vizcacha, otros dicen que eran socios, el hombre, inquieto y a tildado, le daba consejos a su socia de cómo vender y manejar el comercio.
En una oportunidad se vio obligado a ausentarse dejando el negocio en manos de sus socia –la vizcacha– Esta, se apuró en liquidar el negocio y huir con todo el dinero. A l regresar se encontró en la ruina y comenzó a gritar y correr desesperado hasta convertirse en un tero.
En otras el mismo sería quien dilapidara su propio dinero jugando a los naipes con fulleros. Salvando del desastre solo su finas ropas. Al verse en la miseria, gritó y lloró hasta que se transformó en ave.
De los males que sufrimos
Hablan mucho los puebleros,
Pero hacen como teros.
Para esconder sus niditos:
En un lao pegan los gritos
Y en otro tienen los guevos.
Con diferentes, pero similares nombres, se lo conoce en nuestro país: tero—teru , voces que provienen del guaraní, a este ave que tiene un colorido entre el gris y el negro, de conspicuo tamaño y fuertes llamadas que lo hacen inconfundible.
Teru teru...teru teru… se escucha decir cuando uno se acerca a los lugares que anida y de acuerdo a una observación que nos hiciera Walter de la forrajería de Marcos Paz “su canto anuncia el buen tiempo”.