Pasaron
20 años, y los recuerdos continúan frescos como el primer día.
Todos
los que alguna vez y debido a nuestra profesión de periodistas, no hemos
encontrado con el diferente accionar de Fuerzas Policiales y directa o
indirectamente nos vimos obligados a conocer sus “códigos”, también tomamos
conocimiento de la existencia de “la
familia”.
Si,
“la familia”, una unidad
parapolicial que 20 años atrás se había conformado entre policías desde el más
bajo en el escalafón hasta el más alto, fiscales, jueces, abogados, empresarios
de muy alto nivel y políticos.
Su
accionar se desarrollaba por encargue para determinada tarea, el policía de más
bajo rango recluta y desarrolla el trabajo que se le encomienda, los altos
Jefes aseguran la impunidad, zonas liberadas, o protección ante un suceso imprevisible,
la frase: “están actuando encubierto”
detienen cualquier accionar que pudiese dejar al descubierto la operatoria.
En
los ’90 era muy habitual la contratación de “mano de obra barata”, que con
diferentes “purgas” efectuado en los Cuerpos, lo hacía muy fácil.
“La familia” solía ser contratada
por terceros para determinados fines (a ciencia cierta, hoy no podría asegurar
que continúe existiendo) por ejemplo: custodios, vigilancia en diferentes
entidades privadas, residencia y hasta en fiestas privadas organizada por
empresarios de muy alto nivel y de la farándula y otros “menesteres”.
La
insolencia demostrada en esos años por el periodismo y especial por una foto
tomada al estilo paparazi a un empresario multimillonario que le hizo disparar
la rutilante frase: es como haberme dado un tiro en la frente”. Marcó el fin de sus
días definitivamente.
Ese
misterioso hombre de negocio que amasó una inmensa fortuna siendo simplemente
un cartero hasta manejar el Correo Privado más importante de esa década, OCA.
Y
un periodista gráfico que apuntó su cámara y puso el dedo en su disparador a la imagen hasta ese momento absolutamente
desconocida de Alfredo Yabrán.
Si,
nuestro amigo y compañero jamás imaginó que esa fotografía fuese para él una “bala
mortal” que en lugar de brindarle el crédito más alto a su humilde labor de
fotógrafo, termina causándole la muerte.
Así
recuerdo a José Luis Cabezas a 20 años de su asesinato.
El
accionar de José Luis fue la “gota que derramó el vaso”. El periodismo se
mostraba “insolente”, ponía al descubierto a narcos-policías, funcionarios
coimeros y empresarios corruptos que accedían a grandes beneficios gracias a
los “retornos” tomados como práctica, especialmente en esa década (los ’90).
Pinamar
se había convertido en el centro de atención de las mejores fiestas de verano y
llegaban los eventos que se enunciaban dentro y fuera del ámbito farandulero.
La
llegada de la revista “Noticias” (Macci y Cabezas) al lugar, puso en movimiento
a “la familia”.
El
primer paso fue averiguar en dónde se hospedarían, el segundo paso averiguar
con qué vehículo se movilizarían (hubo personal de inteligencia que hizo estas
averiguaciones, testigos así lo declararon).
La
fiesta organizada por el empresario Andreani, era el lugar justo para actuar,
de allí que la “operación” la bautizaron como “Operación Estampilla” (ya que ligaba a los dos hombres más
importantes del rubro).
Este
empresario solicitó el servicio de vigilancia para la noche de la fiesta, en particular
para su residencia y el responsable de la Unidad Policial le aseguraba que
también funcionaría el servicio estable de seguridad nocturna contratada por la
vecindad.
Las
Fuerzas de Seguridad cumplen un rol, la de asegurar que no existan extraños merodeando, movimientos sospechosos, todo
para asegurar la tranquilidad.
Ese
mismo día había en la lujosa residencia de Andreani, diferentes custodios
ligados a distintas personalidades y muchos
de ellos también ligados a “la familia”.
La
“parrilla” ya estaba lista, nadie ve ni observa nada, el operativo estaba en
marcha, la comunicación funcionaba a la perfección: “el vació ya salió para la parrilla”, se escuchó la frase romper el
silencio de la noche y un “oka”,
flotó en ese pesado aire.
Un
conglomerado en el tránsito, con dos patrulleros realizando un control, demoró
la llegada de los periodistas a la fiestas para la cual estaba especialmente
invitados por el mismo organizador. La “farándula” a pleno la revista “Noticias”
tenía que estar si o si.
Los
estacionamientos ocupados, solo quedaban libres los más alejados del evento, la
noche era linda caminar un poco no importaba. El vehículo estaba perfectamente
identificado y ahora también el lugar de estacionamiento.
Policía
de Pinarmar con un servicio de calle, una vigilancia contratada, nadie vio ni
escuchó nada. No hubo tampoco explicación alguna.
La
Fuerza Policial de la Provincia de Buenos Aires, siempre tuvo un equipo
especial para estos casos, de identificación, una división de Planeamiento y Rastros
que en éste caso no fue efectivo. Donde fueron hallados el cuerpo de Cabezas y
el auto que él manejaba, no obtuvieron ningún tipo de datos, sin embargo días
después apareció un teléfono celular que sería del fotógrafo o bien pudo ser de
alguno de sus asesinos y que fue encontrado por un vecino del lugar.
También
vecinos de la zona afirmaron a ver visto a una cupe chevy negra y un Dodge amarillo
sin identificación. Nunca se certificó lo que la policía dijo de haber visto visto a
una camioneta blanca sospechosa por el lugar.
Se
destaca algo que los investigadores nunca tuvieron en cuenta, en la Ciudad de
La Plata se vio en varias oportunidades a dos vehículos como los descriptos (la
chevy y el Dodge) el día que la policía reprimió a los estudiantes en una
protesta en la cual fue baleado un camarógrafo de Canal 13, que se lo llamó al
silencio.
En
Pinamar en ese tiempo tenía asiento la importantísima Brigada de
Investigaciones de Mar del Plata, surge la pregunta: cómo tanta impunidad para
un crimen tan aberrante?
Posteriormente,
el curioso “suicidio” del empresario Alfredo Yabrán, que se habría disparado un
tiro de escopeta en el baño de su campo en Entre Ríos y al cual se lo veló a “cajón
cerrado” por orden de la Jueza que tuvo las actuaciones a su cargo.
El brazo largo de “la familia”, muy largo, que es de
esperar se halla desarticulado