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martes, 2 de abril de 2024

Un día como el de hoy

 Malvinas…nos duelen

Corría el año 1980, yo comenzaba a desarrollar una nueva actividad como

educador en una escuela técnica dependiente del Consejo Nacional de

Educación (Conet), mi primera experiencia rentada en esa nueva fase de mi

vida y la tomaba con mucha responsabilidad y amor.

Allí me encontré con jóvenes adolescentes con características muy particulares

cada uno de ellos. El colegio era mixto pero prevalecían los varones en una

actividad, por lo general más masculina pero que las mujeres comenzaban a

sumarse y eso lo hacía más importantes y en realidad más desafiante.

A mi edad (29) había comenzado una nueva etapa en mi vida, desde dos

ópticas, la personal, conformando una pareja sentimental, muy prometedora,

después de mis fracasos y en lo profesional, la enseñanza de mi propia

profesión para capacitar a otros como en alguna oportunidad lo había recibido

yo. Es por eso que cuando comencé mi nueva tarea tuve en mi mente a mis

maestros, a todos y todas, pero especialmente a Enrique Darré del sexto grado

de mi primaria de mi época en la Escuela Pública Constancio C. Vigil.


Así pasé mis primeros dos años en la docencia, estableciendo vínculos casi

familiares con mis alumnos/as, vivíamos a diario los problemas de cada uno de

ellos, tal es así que los quince minutos del inicio de clase era exponer cada uno

sus preocupaciones e inquietudes ya sean personales, de familia y cualquiera

que estas sean, inclusive lo que tuviese que ver con el aprendizaje en nuestras

clases como las enseñanza que recibían si eran o no entendidas. Y en más de

una oportunidad tuvimos que desandar el camino para repasar algo que no se

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había entendido o que no se encontraba el camino correcto para la solución

requerida.

En forma absolutamente personal decidí que los días sábados todo aquél que

le interesase conocer algo más sobre la profesión que estaban estudiando

podían visitar alguna obra en construcción, conocer los materiales que se

utilizaban y cómo se utilizaban, así como también visitar mi estudio profesional

para sí comprometerse con el desarrollo práctico de cómo se confecciona una

documentación técnica, que prácticamente no se ve en clase.

Se que fue muy beneficioso para los alumnos, aún hoy me lo agradecen ya

siendo profesionales.

Y además, el hecho de compartir momentos fuera de la escuela propia,

fortaleció nuestro vínculo afectivo y se lograba que a cada problema personal

que les pudiera aparecer, no estuvieran solos.

También determinados días en que se desarrollaban diferentes partidos de

fútbol, les dedicábamos esos quince minutos a comentarlos y analizarlos desde

su propia perspectiva.

En lo personal me gustaba dar ese tipo de charlas en que cada uno exponía,

inclusive estrategias aplicadas en el juego de billar y del pool, que estaba muy

en boga, hasta en la chicas.

A partir de 1981, comenzamos a incorporar en las charlas el rumor que se

escuchaba en forma creciente de la “posible toma” de las Malvinas por parte

del Gobierno de facto del país, en mano de la Junta Militar,

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Una de mis alumnas provenía de una familia de militares, su padre era piloto de

la Fuerza Aérea y hubo muchas charlas compartida por ella de lo que se

escuchaba en su casa hablar.

Según sus narraciones, el Gobierno de los EEUU le había prometido al

Gobierno Argentino, que venía de mal en peor, permitirle tomar el control de las

Isla, motivado por los graves problemas internos que vivía Gran Bretaña, con

movilizaciones populares, tomas de las minas de carbón y el deterioro de las

Fuerza Navales de ese país, por la disminución de sus Buques, trastienda de la

“Guerra Fría” vivida.

Y para asegurarse el control de América Latina que mostraba un fuerte avance

hacía el Comunismo que se podía imponer por el espíritu de liberación

reinante. Norteamérica hacía “promesas” que jamás cumpliría.

Desde el movimiento que se produce por parte del Gobierno Argentino, el

comentario que llegaba a través de mi alumna era que “el Gobierno” se

adelantó a la toma en forma inconsulta, movidos por las manifestaciones

populares para derrocar al Gobierno de facto del momento, tras los problemas

económicos y sociales que se vivían, y los inmensurables hechos de

violaciones de los Derechos Humanos que se arrastraban desde los años 70,

de los cuales también pude dar cuenta y comentar con mis alumnos/as.

Pero la cosa no terminaba ahí, solo recién comenzaba.

Mis alumnos y alumnas estaban entre los 17 y 20 años, edad en la que muchos

de nuestros jóvenes se vieron convocados a “defender las Islas”.

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Así fue que el 2 de Abril de 1982, las Fuerzas Armadas desembarcan en

Puerto Stanley, allí nuestros jóvenes, henchidos de orgullo nacional y

patriotismo se unieron a la convocatoria para defender las Islas y todo el

Archipiélago, las Isla del Sur y al Mar Argentino, mientras las madres y algunos

padre lloraban por sus hijos, en algo que la mayoría consideraba un intento de

“gesta” inútil e imposible de llevar a término.

Los primeros días de marzo 1982, reincidas las clase del año lectivo, nos

enterábamos por nuestra alumna, que pertenecía a esa familia de militares, de

algunas cosas más de las que se encargaban de difundir los medios y la Junta

con sus comunicados.

Su papá había sido uno de los primeros convocados, en su condición de piloto,

y según ella nos comentó, ya estaba alistado para su “bautismo de guerra”. En

su casa la angustia era muy grande ella lo transmitía cada da vez que

desarrollábamos nuestras charlas previa a las clase propiamente dichas, que

es justo decir que, se redujeron a la mínima expresión.

Allí nos enteramos a través de sus padre que dos de mis alumnos y

compañeros, fueron convocado y ya se encontraban “rumbo a Malvinas”.

Demás está decirles que de ahí en más, en nuestras clases, nada fue igual.

Uno de ellos fue Ignacio (Nacho) y el otro fue Sebastián (Seba), ambos tenía

ya cumplidos los 19 años.

Nacho era inquieto y muy vehemente para defender sus ideas y muy hábil para

sacar buenas notas con poco esfuerzo y Seba, el más estudioso y aplicado de

la clase.

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Mis alumnos eran en total 32, de las cuales 4 eran chicas. Y es cierto, nada fue

igual desde el día que conocimos esa realidad.

Mis materias dictadas eran Materiales para la Construcción, Dibujo (Plástica) y

Proyecto Final. Todas quedaron relegadas a la mínima expresión mientras duró

el período de la “toma” de las Malvinas hasta la rendición.

Así íbamos desarrollando las clases entre el tema que debíamos desarrollar

por la curricular y las noticias que nos llegaban.

El primer enfrentamiento terrestre de nuestras Fuerzas con el poderío británico

comenzó con un desembarco Ingles el 21 de mayo, conocido la “Batalla de San

Carlos” —Operación Sutton—. Hubo una breve resistencia de una sección de

infantería, la resistencia argentina provino de la aviación con base en el

continente.

La flota británica sufrió graves pérdidas pero a pesar del esfuerzo de la

Infantería Argentina, estableció un lugar estratégico como “cabeza de playa”.

Habían logrado su primer objetivo.

El enfrentamiento desigual duró 74 días, murieron 654 combatientes argentinos

y a los británicos les costó 255 pérdidas humanas también la pérdida de 3

civiles.

A Fuerza Área Argentina tuvo una actuación descollante. De los 27 buques de

guerra, 11 fuera de combate (entre hundidos e inactivos), 7 averiados (de

consideración o leves). El 40% de los buques de guerra de superficie,

quedaron fuera de combate. Casi un 70% fue tocado por la aviación argentina.

En lo que hace al componente naval de la Task Force, fueron hundidas o

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destruidas 7 naves de distinto porte (2 Destructores Tipo 42, 2 Tipo 21, 1 buque

portacontenedores, 1 buque logístico y una lancha de desembarco), todas ellas

víctimas de ataques aéreos.

En el aula (en todo el colegio en general) se vivía un clima triunfalista,

momentos previos a conocerse la rendición, promovidos por diferentes noticias

que eran manejadas desde el Gobierno de facto.

La relación con mis alumnos y alumnas se habían fortalecido durante este

período bélico, relación que también nos había entrelazados con sus familiares

directos, padre, hermanos y demás allegados.

Fue muy fuete el vínculo con los padres de Nacho y Seba que continuamente

nos hacían llegar noticas de ellos mientras ellos también las recibían y así

podíamos estar al tanto de algunos por menores.

Ya producida la rendición y la llegada de los soldados al territorio fue recibida

con mucha alegría, tal es así que nos preparamos todos en el aula para

recibirlos en sus domicilios cuando los padres nos indicaran que ya estarían

incorporados a sus familias.

Los padres de Nacho nos avisaron que él estaba muy bien, que se encontraba

ya en condiciones de volver a casa con su familia y apenas ya estuviese el día

exacto nos avisaban para ir todos a su encuentro. Y nos mostraron fotos de

Nacho con algunos de sus “camaradas” de combate.

Los padres de Seba, también nos hicieron partícipes de su alegría al saber que

Seba estaba bien y que se incorporaba al hogar, con una connotación que él le

hacía a su familia:

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“Quiero que sepan que estoy bien, pero no así un compañero del Batallón que

perdió sus piernas y brazos por el estallido de una granada, fue muy buen

compañero, no tiene familia alguna, yo tomé la decisión de que se venga a vivir

a casa, sé que va ser bien recibido y su estado de mutilado no será ningún

impedimento para que lo reciban y lo traten sin ninguna diferencia, los quiero

mucho”.

Finalizaba la nota que la mamá de Seba nos alcanzó y que mientras la leíamos

todos llorábamos, tal vez presagiando lo peor.

El día 4 de noviembre de 1982, la Asamblea General de las Naciones Unidas

aprobaba la Resolución bajo el número 37/9 lo que fue tomada como una

“victoria” diplomática para el Gobierno Argentino. La misma establecía un

pedido para el Gobierno Británico de reanudar las negociaciones para así

alcanzar una solución pacífica del conflicto. Algo que aún hoy no fue

concedido, así como tampoco, en su momento no se respetó el TIAR (Tratado

Interamericano de Asistencia Recíproca) por parte de los Estados Unidos, que

establecía la defensa conjunta de los países latinoamericano ante la invasión

de una Potencia Extranjera.

Pero nuestra historia no termina aquí, se complementa con los recibimientos de

nuestros Héroes de Malvinas.

Ignacio, Nacho para todos nosotros, fue recibido por sus compañeros del

colegio, por sus amigos del barrio y su familia, lo vimos volver maduro,

aplomado, dueño de sus actos y a diferencia de cuando se fue, parco de

palabras, algo que con el tiempo superaría.

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Nacho se convirtió en un referente activo de los ex Combatientes para lograr

les den el reconocimiento merecido, primero fue en su pueblo, su barrio su

ciudad y después en la nación en su conjunto.

Quien se animó a preguntarle por si sabía algo de Seba, solo dijo: “Si lo vi, está

bien” con un dejo de tristeza en su rostro que no pasó desapercibido por mí.

Quince días más tarde, los padres de Seba nos avisaron que por fin se

reunirían en su casa, que llega al día y a tal hora.

Nos convocamos todos sus compañeros para asistir a su llegada y así fue.

Cerca del medio día de un día viernes, llegó un camión militar del cual bajaron

a un joven sentado en una silla de ruedas le faltaban sus dos brazos y sus dos

piernas. Nuestra mente ´recorrió rápidamente la nota que enviara a sus padre

pero no…

Era él, el propio Sebastián que había anunciado lo que le había pasado para

preparar a su padre, utilizando un compañero imaginario para dar a conocer su

propia desgracia.

Nunca más pude volver a dar clase…

Saque ustedes su propias conclusiones y los porque.

Y aniden en su corazón quienes fueron los responsables de que cientos de

Nacho y Seba vivieran lo que le hicieron vivir.


El Árabe

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